Prensa FCA (31.10.12) Hace 71 años nació un niño en Coro que estaba destinado a dar voz a los olvidados, a los silenciados, a los invisibilizados. Un pequeño que desde sus primeros años daría muestras de una sensibilidad especial y de su amor incondicional al prójimo. Nacía ese 31 de octubre de 1941 El cantor del pueblo, Alí Primera.
Quienes lo conocieron desde su juventud lo recuerdan con cariño y admiración. A pesar de las carencias económicas de su familia, que lo llevaron a ayudar a su mamá y hermanos con la venta de empanadas y dulces caseros y posteriormente a convertirse en limpiabotas, siempre cuidaba de quienes más lo necesitaban. Fueron muchos los pequeños a quienes encontró en la calle y terminó llevando a su casa para darles comida, ropa y zapatos.
Sus composiciones siempre buscaron mostrar la realidad de un pueblo oprimido, explotado y minimizado, pero también la posibilidad de ese mismo pueblo de revertir la situación, de hacerse sentir y luchar contra el opresor. Por eso definía su música no como de protesta sino como canción necesaria. “No canto porque existe la miseria sino porque existe la posibilidad de borrarla, de erradicarla de la faz de la tierra”, declaró en una oportunidad el recordado Alí.
Su actuación le valió el veto de los medios de comunicación social de Venezuela, pero eso no impidió que se hiciera rápidamente conocido y querido por quienes se sentían identificados en sus líricas.
En una de sus canciones dijo “quiero que me entiendan, quiero que me escuchen, que mi canto no se pierda, espero que luchen”. Sus palabras, a pesar de su triste e intempestiva desaparición física hace 27 años en medio de un turbio accidente de tránsito, resuenan hoy más que nunca en todos los rincones del país, recordándonos que tenemos una responsabilidad social con el prójimo y que debemos luchar por un país que trate a todos como ciudadanos dignos.
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